Era viernes y parecía domingo o día de trabajo voluntario. La misma calle que veía todas las mañanas y que me recibía con un aire apacible como de luz tenue, lucía un ritmo diferente y agitado. Las personas se veían como deben verse las hormigas desde su perspectiva: ágiles y apuradas. Con un corto levantar de cejas saludaban a los conocidos y seguían en lo suyo.
Era extraño ver tanta gente en la calle a esa hora, pero comencé a entenderlo todo cuando vi a uno de mis vecinos con la rama de un gran árbol en la mano y un machete en la otra, a la vecina de enfrente pasando escoba al pavimento y recogiendo la basura de su casa. Se preparaban para el paso de un nuevo huracán, y aunque Paloma se encontraba a más de 300 km de la costa Sur de Cuba y no se sabía con exactitud si tomaría rumbo Holguín, ya había despertado la ansiedad de sus lugareños.
Antes de Ike la reacción habría sido otra, es cierto que no se escarmienta por cabeza ajena, pero la actitud de los holguineros esta vez demostró que el ser humano no siempre tropieza dos veces con la misma piedra.
En toda la provincia se evacuaron 30 mil 342 personas más que en el evento anterior. Solo Calixto García que en Ike movilizó a unos 32 mil calixteños, en esta ocasión evacuó a más de 40 mil, cifra récord en ese municipio.
Aleida, de la ciudad de Holguín no se habría evacuado si no fuera por el panorama que vivieron sus vecinos con Ike. Su casa es de bloques, pero con techo de fibro y “mejor no provocar a la furia de la naturaleza”.
En Gibara los que aún permanecen sin techo y se albergan en centros del Estado, casi siempre terminan sus historias con la frase de “yo no pensé que el mar entraría hasta allí, por eso no saqué nada”, “que me iba a imaginar yo”. Para este nuevo fenómeno meteorológico cambiaron los conceptos: se sustituyó la mentalidad de “no va a pasar nada” o “tú vas a ver que son unos vientecitos” por la de “por si acaso”.
Con Paloma, además, no se utilizaron los 310 albergues previstos para la evacuación porque aumentaron en gran cantidad los refugiados en casas de vecinos y familiares. Más del 86 por ciento del total de evacuados eligió esta opción, seña de que se siguen extendiendo las manos, ahora más que antes.
En Comunales se rompieron algunos récords como el de quitar las bombillas de todos los parques de la provincia en 9 horas. Esta tarea la realizan solo dos hombres por cada municipio y cuatro en la cabecera.
Según Raúl Reyes, director provincial de Servicios Comunales en el territorio, se seleccionaron los más diestros para esta actividad, que requiere de agilidad, pero también mucho cuidado.
Con el huracán Ike no se perdió ninguna bombilla, pues se efectuó la misma operación, aunque esta vez “fuimos más rápidos” aseguró. No se puede pecar de imprudentes con el cuidado de las luminarias de los parques, pues en el caso de que se pierdan estaríamos casi un año en penumbras, debido a que son importadas y según Reyes las últimas que vinieron tardaron ocho meses en llegar.
Como el último organismo tropical que entró a tierras cubanas anunciaba agua, los trabajadores de servicios comunales se esmeraron también en la limpieza de los ríos, una medida ya necesaria debido a las frecuentes inundaciones que sufría la ciudad.
Desde la 1:20 PM hasta las 6:45 PM del viernes antes de Paloma, un tronco de más de 10 toneladas ocupó el tiempo de los trabajadores de la ECOPP, Cubiza, Servicar y Comunales, como organismo rector. Rafael Paz, subdirector general de Comunales, recuerda la hora exacta, “fue la tarde entera tratando de sacar las raíces del gran roble” ubicado en el puente de la calle Martí y el Río Marañón.
Otro de seis toneladas ocupó seis horas. Recuerda Rafael: “desde las 8:10 de la mañana hasta las 2:45 de la tarde se estuvo trabajando fuerte”. En los días de viernes, sábado y domingo, se dragó completamente el Río Los Guillenes, y se despejaron manualmente otros puentes, como el cercano a la escuela de enseñanza secundaria Lidia Doce.
La temperatura de los holguineros subió cuando se anunció Paloma, pero a nadie lo tomó por desprevenido. Las llamadas para pedir el servicio de cortar ramas que pudieran afectar el tendido eléctrico o cualquier vivienda, superaron las del meteoro anterior. Antonio Pérez, operador del Puesto de Dirección de la Empresa Municipal de Comunales recibió 40 llamadas en una noche.
Ike dejó visibles huellas en la agricultura, pero esta vez no podía repetirse el panorama. En ese entonces fueron numerosas las casas de cultivo que sufrieron daños en sus estructuras y en las cubiertas. La experiencia sirvió para que en vísperas de Paloma y en solo tres horas, los trabajadores de la Empresa de Cultivos Varios La Jíquima en Calixto García desmantelaran las 30 casas de cultivo de esa entidad.
Según Juan Miguel Morán, vicepresidente del Consejo de Defensa en el municipio calixteño, hay que esperar hasta el final para desmontar las Casas, pues los productos a su resguardo deben permanecer al aire libre el menor tiempo posible.
No siempre se puede determinar con exactitud por donde pasará el organismo tropical, por lo que se hace necesaria esta rapidez, ya cuando se determine su inminente tránsito.
Holguín ya no es el mismo, como tampoco lo es Pinar del Río o la Isla de la Juventud, que ya están acostumbrados a ver cómo el cono de trayectoria de la mayoría de los huracanes de la temporada se desvían a sus tierras.
Los holguineros aprendimos y fue una cura de caballo, pero servirá para evitar en un futuro largos períodos sin viandas, familias sin techo y otros problemas, aunque algunos serán inevitables.
jueves, 13 de noviembre de 2008
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