jueves, 27 de marzo de 2008

Dos de las mejores orquestas de Cámara de Cuba en Holguín

Las tablas del teatro Ismaelillo aún vibran después de que pasaran por él dos de las más grandes orquestas de cuerdas de Cuba: la Camerata Romeu y Música Eterna.

Zenaida Castro Romeu subió con sus muchachas a un escenario holguinero por primera vez este domingo, y lo hizo durante la XXV Jornada de Conciertos que desde el pasado día 22 se desarrolla en la ciudad de Holguín.

“Me siento muy feliz por estar aquí”, dijo parada frente a una multitud que recibió expectante los primeros acordes de Punto y Tonada de Carlos Fariñas. Le siguió en los inicios Final obligado, del mismo compositor y Música argentina para cuerdas, de Gerardo Di Giusto, obra que también integra el repertorio de la Orquesta de Cámara de Córdoba y la Orquesta Dionysos de París.

Por el contrario, Guido López Gavilán y sus músicos son de los más habituales en estos encuentros concertistas. Aún se recuerdan los molinos de viento que evocara El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha en manos de Música Eterna, durante la apertura de la Jornada del 2007.

Este lunes fue el Invierno, de las Estaciones de Vivaldi, lo que sirvió de preludio al pequeño espectáculo. También se escucharon Échale salsita de Ignacio Piñeiro y Castellanos, son montuno popularizado por Beny Moré en la década del 50’.

La Camerata Romeu con sus 16 integrantes y sin partituras, recorrieron piezas de José María Vitier con El siglo de las Luces, tema de la película homónima, Cañambú, de Eduardo Gamboa, Almendra, de Abelardo Valdés, a la que no se le hizo presentación; y La bella cubana, de José White, tema y nombre del primer disco de las jóvenes músicos.

La Camerata, singular por la versatilidad de sus integrantes, quienes además de tocar violín, el celo o el contrabajo, también silban, bailan y hacen percusión, terminó con Camerata en Guaguancó de Guido López Gavilán, tema que el propio autor también utilizó en su presentación.

Camerata en Guaguancó fue el número repetido por las dos orquestas, que también coincidieron en autores. El argentino Astor Piazzolla fue el más socorrido para representar la música latinoamericana, con números como Melodía en La menor, asumido por las pupilas de Zenaida Romeu y Primavera Porteña y Oblibium por el proyecto del maestro López-Gavilán, quien finalizó con un clásico de su propia autoría, Cumbanchero.

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