miércoles, 28 de enero de 2009

Raúl Torres en Holguín

Foto: William Rojas

Raúl Torres me acompaña desde la secundaria, no porque fuera mi compañero de aula o un vecino del barrio (ya quisiera yo), sino porque me fascinaba uno de sus temas, uno de los pocos que conocía, pero que tenía el poder de conmoverme al punto del nudo en la garganta o los pelos de punta; aunque un día dejé de escucharlo porque de tanto ya había perdido la emoción y hube de guardar el casette para que se volviera a añejar en mi memoria y regresara a mí con la nostalgia que me provocó la primera vez.

De ese tema, “Candil de Nieve”, tengo otros recuerdos. Más de una vez lo escogí para lucirme en el escenario en mis aventuras como aficionada al canto. Aún hoy creo que no lo he aprehendido en todo su espectro, hay lugares oscuros en los que la voz se me quiebra, o se queda reprimida en mi garganta, pero ya lo he dejado, si no he logrado la perfección hasta ahora por lo menos a mi nivel, creo que no lo haré nunca.

Confieso que fui al concierto de Raúl Torres este martes 27 con el anhelo de escuchar ese tema antológico en vivo y en la voz del propio autor, y estoy segura que como yo, muchos asistieron esperando el momento en que entonara las primeras notas…

Durante todo el concierto me mantuve en una ansiedad constante. Cuando llegó, apenas veía su rostro porque el bosque de cabezas no me lo permitía. La Casa de Iberoamérica en Holguín es un sitio muy pequeño para un autor que aúna a tanto público, pero se decidió así y así fue.

Comenzó con su disco Maqueta de Platino del que tenía muy pocas referencias. Según aclaró al principio cantaría temas de esa producción, de otra llamada Fénix de Cristal y de un disco con Pablo Milanés.

A “Mi corazón de metal” le siguió “Se fue” y aquel que inicia: “Yo tengo un amigo de nítida fe…”. La gente comenzó a agitarse, a aplaudir, a cantar. Eran melodías ya conocidas y adoradas en una época, tal y como lo fue “Candil de nieve”. Por un momento pensé que cantaría el Candil, y me dije: no, aún no la cantes. No era su intención, siguió con un tema que compuso en Madrid, y cuenta la historia de cuatro amigos, dos parejas que se cruzan, y de repente el hombre empieza a amar al hombre, y la mujer a la mujer, nadie se alarmó.

Se pensó que se aliviarían un poco las emociones cuando Alito Abad y Fernando Cabrejas, trovadores nacidos y radicados en Holguín, subieron al escenario, pero resultó que sus melodías inspiraron y evocaron los mismos aplausos entre el público allí presente, que tarareaba y sonreía con la misma ansiedad y euforia.

Ya a esas alturas me había olvidado un poco de Candil de Nieve, aunque escudriñaba siempre en los primeros acordes que tocaba para pre-sentir si esa era la canción que vendría.

Llegó una dedicada a Martí, que dice algo así como “donde ya nace sin jaula un suave y dulce gorrión”. La letra se la debía a un viejo poema de su padre, al que puso música hace más de 15 años.

“El sol y el cielo”, un blue desgarrador, como son todos los blues, bueno este no lo era tanto, pero no encuentro un adjetivo apropiado, estaba descargoso, potente.

¡Fernando Becker! Apareció en escena. No sabía que andaba con Raúl Torres. Su poética vanguardista trajo la risa a la escena como casi siempre, el último “track”, recomendado por Raúl, fue “Vuelve con Filiberto”.

“Dame ese cariño que te di y que no mereces porque mal lo usaste…” es el estribillo de un tema que Raúl compuso para un grupo español de música flamenco, pero al final le gustó tanto que no lo entregó.

De repente Raúl se paró, ya había presentado a todos sus músicos. Pero, y Candil de nieve? de verdad que no lo va a cantar? Creo que él quería que se lo pidieran, y la gente esperando, parada y aplaudiendo. El concierto había estado buenísimo, me dije, “para esto sirven las giras, para que la gente conozca tu música”. Estoy segura que Raúl Torres ha despertado una ansiedad por encontrar sus discos, en todas las tierras que ha visitado.

Estaba bastante eufórica porque la música había sido buena, ya no recordaba por qué quería escuchar Candil de Nieve, creo que ya por inercia, la había esperado durante toda la noche. Entonces empezó a cantar… “Regrésamelo todo”, ya no quería oír, que si iba a cantar Candil era lo único que me interesaba. Terminó y dijo: “Voy a aprovechar la ocasión para estrenar un tema” ¿A estas alturas? Me pregunté, y sin que me diera cuenta comenzó: “Necesitas una fuga, catatónica nocturna, un viento débil”, sí era Candil, pero no sentía nada, me esforcé por concentrarme en recordar mi filiación con esas notas, con esa letra, pero apenas pudo ahondar dentro de mí. Tuve la sensación de que la había cantado solo por complacer al público, sin ánimo, y solo al final me llegó algo de miel al alma.

1 comentario:

Eyra Harbar dijo...

me gustó tu blog.
estaba justo escuchando Fénix de Cristal, me gustó muuuuucho esa canción.
Saludos desde Panamá,

www.rutacalipso.blogspot.com