viernes, 6 de julio de 2007

Hombres en la hora cero

A veces es muy difícil humanizar a los héroes. En los primeros años de estudio, la imagen que podemos obtener es la fría expresión de un libro de texto, o los hechos que acompañaron la vida de un mártir, en voz de un profesor. Es por ello que conocer personalmente a quienes hicieron la historia es siempre un camino que vale la pena recorrer.

La tarde en que fuimos a entrevistarlos, Alejandro Ferrás Pellicer y Pedro Gutiérrez Santos habían terminado un conversatorio con dirigentes y trabajadores del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la ciudad de Holguín. Ya casi se iban cuando les pedimos unos minutos para conversar sobre lo que fue la gesta del 26 de julio de 1953, de la que fueron protagonistas.

En ese entonces un grupo de jóvenes liderados por Fidel decidieron asaltar el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba y el Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, lo cual se convirtió en el motor impulsor de una lucha que desembocaría en el triunfo revolucionario de 1959.

Pedro solo tenía 18 años cuando decidió integrar el Partido Ortodoxo, para lo cual tuvo que aumentarse la edad. Asegura que no sabía nada de política, pero que eran muchas sus inquietudes: “esta generación tal vez no pueda entender bien cómo era el país antes de 1959, la época que vivíamos era muy difícil, éramos pobres, y no veíamos la hora de que un presidente se preocupara por el pueblo; cuando Eduardo Chibás dio su programa de gobierno, enseguida me identifiqué con él.”

Fulgencio Batista da el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952. Las esperanzas de un gobierno constitucional, que respondiera a los intereses de los más humildes se vieron frustradas. “Ya para ese entonces habíamos conocido a Fidel en el Partido Ortodoxo. Él tenía una visión tremenda, una visión de 100 años. Decidimos que a Batista había que sacarlo de la misma forma en que había entrado: por la fuerza” ,comenta Pedro.

Alejandro, estaba muy enlazado con la Joven Cuba, conoció a Antonio Guiteras, luchó en el Gobierno de los 100 días, pero cuando Guiteras murió, no se vinculó a otro movimiento hasta 1952. “El Golpe del 10 de marzo fue una traición a la memoria de Martí. Después que habíamos aguantado 14 años de dictadura batistiana, un nuevo gobierno de este verdugo era muy difícil de asimilar. Fidel sabía que el pueblo no apoyaba a Batista y que por lo tanto podía luchar contra él y derrotarlo.”

En 1953, el Cuartel Moncada era la sede del regimiento Antonio Maceo en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia oriental. Estaba ocupado por unos mil hombres y era la segunda fortaleza militar del país. Una vez tomado, las condiciones que presentaba la región les facilitaba a los rebeldes la defensa de la ciudad cuando fuera tomada, así como el rápido inicio de la lucha guerrillera si había que abandonarla.

El plan se elaboró en absoluto secreto. Solo Fidel y otros tres compañeros de la dirección del movimiento conocían de él. “A nuestras familias no podíamos decirle nada; el día que salimos para Santiago solo sabíamos que allí ocurriría un combate decisivo, pero no teníamos los detalles. Cuando Fidel dio la noticia de que íbamos a atacar el Moncada, fue una gran alegría porque sentimos que habíamos llegado a la hora cero” , recuerda Alejandro.

En la madrugada del 26 de julio, 135 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército precisaban el plan de ataque. Se organizaron en tres grupos. Alejandro y Pedro formaban parte de la tropa principal que con Fidel al mando, atacaría la fortaleza.

Cuenta Pedro que lo más impresionante de todo fue cuando llegaron a la Granjita Siboney, donde se situaron las armas, los uniformes y los automóviles para el ataque, y vieron allí a dos mujeres: “A Melba y a Haydée las habíamos visto antes, pero nunca pensamos que participarían en una acción de tanta envergadura. Esa fue una de las cosas que más valor nos dio”.

Antes de partir a la acción escucharon las palabras de Fidel Castro: “¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertado o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse.”

Comenta Pedro que lo recuerda todo, pero que los hechos ocurrieron muy rápido, más de lo que la gente imagina. Dice Alejandro que al Moncada no fueron por guapos: “Fidel hizo una selección muy exquisita. Para luchar con él eran necesarios la disciplina, la discreción, el amor a la Patria y el odio al sistema. Era muy firme en eso, cuando veía que alguien se comportaba como un problemático o alardoso, lo dejaba de citar, porque sabía que peligraba la vida de los demás compañeros”.

Aunque los hechos no acontecieron de acuerdo con lo planeado, los asaltos al Cuartel Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes no fueron vistos como una derrota, sino como la acción que necesitaba el movimiento para despertar definitivamente y comenzar una lucha que no cesaría hasta el triunfo definitivo.

Después del 59’ seguiría la contienda. Cuenta Alejandro: “Todo lo que hago en mi vida lo hago en nombre de los que ya no lo pueden hacer. Esa hermandad que hizo Fidel nunca se disolvió. Él nos dijo todos vamos a morir por una misma causa y eso nos hace hermanos. Solo quedamos 40, y es como una cadena que se va achicando, pero que no se rompe nunca”.

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