miércoles, 1 de abril de 2009

De la Jornada de Conciertos en Holguín: Crónica de una clase magistral

Asistir a una clase de música de cámara, con pura teoría, y sin saber ni pitochi del tema, no es tan complicado como pensaba. De la Jornada de Conciertos solo fui a las últimas sesiones, primero en la mañana, al Conversatorio, con el Maestro Iván Valiente y las chicas de “Solistas de La Habana” y en la tarde, a la Clase Magistral del Maestro Frank Fernández; ambas actividades en el Conservatorio de Música José María Ochoa de la Ciudad de Holguín.

Durante la clase que el profesor Valiente dio a los presentes, las muchachas de “Solistas de La Habana” tocaron piezas de Bach, de Telemann y de Astor Piazzola. Valiente paraba a las músicos en los momentos en lo que lo creía necesario, para explicar ciertas complejidades. Pensé que tenía algo más en mis notas, pero ahora que las leo, creo que pude retener muy poco de lo que dijo y de lo que explicó también la Maestra María Elena Mendiola.

Uno de los dos dijo que los músicos deben crear una nueva percepción auditiva, para escuchar el conjunto, sin dejar de escucharse a sí mismos y que mientras más pequeño sea el grupo, se notan más los errores de los músicos, porque todo está más al desnudo, es como caminar por una cuerda floja.

Una integrante de la Orquesta de Cámara que ya mencioné, habló sobre el clavincelo, un instrumento parecido al piano, pero que tiene sus particularidades como el hecho de que los sonidos no perduran, o sea se apagan casi al ser ejecutados, por lo que casi todo se toca como en estacato.

Comentó que en el barroco solo se escribían partituras para mano izquierda, porque lo que hiciera la mano derecha quedaba a la libre inspiración del momento. Alguien escribió los movimientos para la mano derecha, pero por supuesto no son originales. La concertista aconsejó a los músicos presentes que se sintieran libres de ejecutar con la mano derecha, no lo que estuviera escrito en las partituras, sino lo que quisieran expresar.

Quedó claro que uno siempre tiene que saber en qué estilo está tocando…

El magisterio de Frank Fernández

La clase magistral de Frank Fernández comenzó a las 2 de la tarde aproximadamente, y culminó, la primera, casi a las 3 y media. Digo la primera porque fueron dos, pero solo asistí a la que tuvo como alumna a Aimé, estudiante del Conservatorio. Ella había escogido para la ocasión el Estudio No. 5 de Chopin.

Fernández comenzó explicando que hasta Chopin, casi toda la música que se hacía era desde las teclas blancas y que este músico “se encarama” como el mismo dijera, hacia las negras. Este estudio lo hizo, justamente, para ejercitar a sus alumnos en el uso de las teclas negras. ¡Qué bien!

Aimé comenzó tocando la pieza en su totalidad y luego el Maestro inició con sus apreciaciones. Lo primero fue que debía tocar con las yemas de los dedos y no con las puntas, para lograr mayor espacio en el contacto con las finas teclas negras, y una mayor estabilidad. Costó a la estudiante desprenderse de su viejo hábito y el Maestro debió inquirirla muchas veces.

Mientras enseñaba, Fernández dijo algunas máximas como: “el arte mientras más natural sea, es más grande” y también consejos como: “El desarrollo de la técnica no puede ser coreográfica, tiene que ser natural, tiene que salir de adentro. Cuando veas a alguien con gestos extraños, exagerados, esa persona no tiene talento”.

Hubo un momento en que la alumna olvidaba una nota, y el Maestro le preguntó cuál era el dedo que no estaba poniendo, ella aseguró uno, pero era otro. Él dijo que esas cosas ocurrían cuando los dedos iban más rápido que el cerebro, e hizo una explicación que ahora no recuerdo muy bien.

Sí recuerdo que en otro momento y referido a otro error de la alumna citó a Schumann o Schubert (no oí bien): “Estudiar las escalas y los arpegios es útil, pero hacerlo en demasía embrutece” y puso un ejemplo con la escala del “do”, que en las escuelas lo enseñan de una manera y por ejemplo en la Sonata de do mayor de Mozart, no se ejecuta de la misma forma en que lo imparten y por lo tanto los alumnos no saben hacerla como está en la partitura. Es por ello que se deben sacar los ejercicios de las propias obras, como diría el propio Maestro: “se debe convertir cualquier obra en un gran ejercicio técnico, pero con musicalidad”.

Recomendó los Estudios de Chopin, quien revolucionó el piano en todas sus aristas. Fue muy contradictorio, allí puso ejemplos, que no podría explicar ahora, pero quedó muy claro que el gran arte se aleja de los conceptos más tradicionales.

Tomamos cinco minutos, y luego vendría otra alumna, pero tuve que irme porque ya era tarde.

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